Suena el despertador y solemos salir disparados
como un resorte o nos quedamos en la cama acurrucados, entre un extremo y otros
hacemos lo adecuado que es poner nuestro cuerpo en movimiento poco a
poco.
Poco a poco con algunos ejercicios suaves, nos
despejarán más que un café ¿Quieres saber cómo?
Empezamos por unos estiramientos ligeros
Por la mañana es un buen momento para desentumecer
los músculos y lubricar las articulaciones con unos estiramientos, siempre
teniendo en cuenta que deben ser muy suaves, ya que nuestro cuerpo no está
preparado en este momento para grandes esfuerzos.
De esta forma ponemos en marcha nuestro metabolismo
y comenzamos a sentirnos activos progresivamente, mientras prevenimos posibles
dolores musculares o contracturas a lo largo del día.
Empezamos tumbados boca arriba con el cuerpo
relajado respirando de forma profunda, sintiendo que dirigimos el aire hacia el
abdomen lentamente hasta hincharlo al máximo, para después ir soltándolo
también muy despacio.
Cada ejercicio lo podemos realizar entre unas 5 y
10 veces dependiendo del tiempo del que dispongamos y de cómo nos sintamos.
Después estiramos las piernas, siempre con cuidado y sin sentir dolor y movemos
los pies hacia delante y hacia atrás, notando como se relaja la parte de los
gemelos.
Flexionamos las piernas, con las plantas de los
pies apoyadas en la cama, levantamos una y cruzamos las manos por debajo de la
rodilla, después la extendemos estirando y repetimos el proceso con la otra
pierna.
Volviendo a la posición inicial, tumbados boca
arriba, estiramos los brazos en paralelo como si quisiéramos alcanzar el techo
y hacemos rotaciones de muñecas. Para acabar subimos los brazos sobre la cabeza
y nos estiramos por completo (sin olvidar hacerlo suavemente) como si
quisiéramos crecer.
Y ya podemos levantarnos ¡Menuda diferencia!
Caminar a primera hora del día
Si los horarios nos lo permite algo que sienta de
maravilla es salir a caminar unos 20 o 30 minutos. Una vez hemos hecho los
estiramientos podemos desayunar algo ligero, por ejemplo un zumo y una tostada
o un yogur (aunque hay quien prefiere caminar en ayunas) y salir a mover las
piernas aprovechando la energía matutina.
Este entrenamiento de baja intensidad contribuye a
que mantengamos un peso adecuado, favorece la circulación y mejora nuestro
sistema cardiorespiratorio, además como ya habíamos comentado también nos ayuda
a conciliar el sueño más fácilmente por la noche.
Si seguimos una rutina de despertar a la misma hora
para hacer ejercicio, nuestro cuerpo también estará más preparado y lo haremos
con mucha más energía y vitalidad, que podremos disfrutar a lo largo del día.
Vale la pena adelantar un poco el despertador y
levantarnos sabiendo que vamos a dedicar los primeros momentos del día, a
sentirnos mejor.
Fuente:
Vitonica.com
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